martes, 1 de marzo de 2016

El “Dios me lo bendiga” y su karma callejero: Humor peatonal (01 / 03 / 2013)


Alzas el dedo, el bus se orilla, subes, consigues puesto en la entrada, el chófer no escucha champeta y ningún ex recluso te ha pedido dinero para una causa de dudosa procedencia, esa unidad debe ser la niña caprichosa y consentida del Olimpo, todo parece tan civilizado, tan perfecto… Como diría Loscher: "Es tan bello que levanta sospechas"

Hasta que, cubierta por un nubarrón de afanes, sube la victimaria con el pobre muchacho con la quijada desdibujada por el sol, mal arreguindado a lo mona chita y las rodillas abiertas como un compás alrededor de la cadera. Observas como sube los escalones con gesto sufrido cazando a su próxima presa, miras con preocupación lo libre que están tus manos, y sin levantarte, comienzas la cuenta regresiva:
Tres…
…Dos… Dos y medio…
…Uno
-“Ay mija, agárrame al bebito aquí un momentico mientras me acomodo… Gracias mija, dios me la bendiga”-

Te jodieron.

El motor, por sus altas temperaturas, debe ser el techo del infierno. Pero los pasajeros, supongo producto del calor, te ven como San Pedro y comienzan a pedir clemencia a punta de “Ay, Dios me lo bendiga”… Y allí, ya estas acorralado sin siquiera haber sido tocado… ¿Qué desgraciado le diría que no sin sentir el karma en la nuca, un pescozón del Manual de Carreño o la múltiple persignación de la abuela defraudada? Mientras Cristo te apuñala las sienes con su celestial dedo índice diciendo:“¡Sufre bestia diabólica, ella te bendijo en el nombre del Señor y vos no acudiste a su clamor!”.

La otra cosa, es el uso y abuso de sustantivos, sobre todo, el popular “bebito”: entiéndase en el habla coloquial como individuos macizos, faltos de equilibrio y algunas veces cotorros, llorones o hiperactivos, entre los 0 y los 10 años de edad.

 Y sí, la tragedia comenzó. No son las 8 de la mañana y ya te saben a mierda los consejos del padre Linero, pero indiferente de tu voluntad o profesión, cuando vas sentada en el motor se trabaja: haces desde un perchero humano para las maletas de los que se van al terminal, de aeromoza con los que quieren palearle agua al termo del chofer, o en el peor de los casos, te toca niñera cuando las más frescas te encaleten algún bebé anónimo, sufrido y salivante sobre el regazo, y sí, este es el caso.

Aquí hay cultura ciudadana, sólo falta un estimulo motivacional que la traiga a flote, por ejemplo, debería darse al menos un descuento en el pasaje, un "vale por dos caramelos" cuando suba el próximo buhonero, un certificado de inmunidad a los atracos por tres viajes, un diplomita de “felicidades” plantilla Publisher, una orden “honoris causa” por sostener más bolsas, asegurarte el asiento pa la próxima vez o “manquesea” poner tu foto como “pasajero del mes” en el vidrio panorámico; tan sólo como un mínimo gesto de reconocimiento, pues, de todas formas, ya las nalgas están bien cocidas a la menier sobre la parrilla del motor.

Ponte las pilas Hollywood, un protagónico de Bruce Willis abriéndose paso en Ruta 6, promete.

 Fabiana Fuentes

2 comentarios:

  1. ¡HAHAHAHAHA! Demasiado bueno. Una descripción exacta de lo que nos sucede a diario a aquellos que acudimos a este medio de transporte modernísimo para movernos por la ciudad.

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