domingo, 31 de enero de 2016

Actitud ante mi muerte: Fabiana Fuentes


Hace un mes me enteré que el día de mi operación se pensaba que me “quedaba” uno o dos años de vida por lo que parecía el peor tumor. Ya me operé, claro está. Lo dijo el neurocirujano en Caracas y me lo dijo de frente. Creo que guardarme el secreto antes de la operación es chimbo. Ahora tengo las cosas mucho más claras. Tenía un rollo tan grande en la cabeza que era más grande que el tumor. Si yo en ese momento me hubiese enterado que iba a quedar toda jodida del lado derecho, igual habría aceptado.
Me gradué en Comunicación Social mención Audiovisual hace un año acá, en Maracaibo. El tumor estaba -irónicamente- en el lugar de la comunicación. Ahora bien ¿qué pasa si no me hubieran operado? ¿al año me muero y ya? ¿iría aumentando la jaqueca y lista, me voy? ¿y si me hubiera sacado solo un poquito de tumor? Lo mío fue de menor grado, tipo primario o benigno, sino me estaría haciendo radioterapia y quimioterapia. Igual, tomar el cien por ciento de mi tumor pinta mejor aunque venga con hemiplejia.
Recuerdo cuando produje mi documental justo para graduarme sobre la actitud del venezolano ante la muerte, pero como cualquier problemita en tesis, se borró. Lo comencé en honor a mi padre, que siempre se burló de la muerte tipo Quino, hasta que le tocó la suya a sus 64 años. Yo tenía 19 años. Unas entrevistas grabadas en Caracas, otras en Mérida y finalmente en Maracaibo. Entrevisté a Otrova Gomas, Toto Aguerrevere, Ronny Velásquez, Nelson Garrido, José Tomas Angola Heredia, Andrés Levell, todo se perdió, todito. Yo quedé devastada, traicionada. Me daba pena hablar con papá (si, aunque ya estaba muerto) y decirle que todo se había borrado. Ya no importa. Ya me gradué pero lloré mucho. Muchísimo. Infinito.
Cuando grabé el documental, todos los chamos que entrevisté se burlaban de la muerte, no le temían; sin embargo, los ancianos, de más de 70 años, que ya en teoría vivieron su vida, estaban aterrados por la misma. Curioso ¿no?
Yo era la muerte y bien gracias que “era”. Creo que todo eso que se me borró no fue casualidad (quizá sí, muy mala casualidad). Jamás pensé que tenía un tumor cerebral. A mi papá le hubiera dado un yeyo. Yo me siento más viva que nunca. Veo las cosas diferentes. Sobreviví.
Siempre gana el segundo.
La vida es hoy, en presente. No hay que aferrarse al pasado (aunque es difícil no hacerlo). Aún trabajo en eso. No se debe perder tiempo en tonterías. Se trata de estar vivos. De vivir. Ya definitivamente, no es mi documental ante la muerte. Es ante la vida. Lo que aprendí es que uno nunca está preparado para irse de esta tierra. Y si, existen muchas situaciones que te dan miedo. Pero la vida trata de enfrentarlo. Y hacerse cada vez más fuerte.
Reinventarse.
Fabiana Fuentes

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