26 / 06 / 2012
Como bien dice Federico Vega, las palabras tienen vida propia. Nacen, se confirman, se hacen agudas, conmovedoras, y por supuesto, se atormentan, magulladas en una catástrofe de ideas que si bien no son fatalistas, arrastran a cualquiera hasta el debut de su propia apocalipsis como efecto inmediato tras presenciar ya una decena de tempestades creativas.
El temporal arrasó con la coherencia, dejando a las letras en un desafan ya descrito por Vega, y entonces comienzan a extraviarse por entre los diccionarios y cuartillas hasta morir de la apatía en una nota final publicada en noticiaaldia a la derecha.
Federico no se equivoca, pues otras veces y con exclusividad en estos casos, las palabras llegan a parir significados contradictorios que compiten, que ganan y pierden terreno o que continúan transformándose con giros insospechados los cuales menguan la melosa melcocha de argumentos, anécdotas, deslumbres, fotos, más fotos, gente buceable, helados y mucho POP recogidos en los dos días de ardua y agotadora tertulia 2.0.
El aguacero de creatividad junto con la borrasca de personalidades, sumergió a nuestra pasante en un diluvio que no perdona balsas, pero que con un fervor imbatible y la cofradía de las primeras pautas, le permitió hacer gala de ese exótico merjurie, fluyendo aun por un caudal de sosiegos quizá muchos se les fue por la cornisa.
Dichosos aquellos que se quedaron en la cúspide, ajenos al precipicio.
He dicho.
Fabiana Fuentes
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