Y entonces,
al fin me dejas mirarte
con paciencia,
la requerida.
Medir,
con mis labios
el espacio entre tus cejas.
Navegar,
sobre mi barca
maltrecha
las cuencas de tus ojos.
Conocer,
ese brochecito que une
tu nariz
con el piquito
de tu boca.
Recorrer,
las gruesas arcas
que sostienen
tu sonrisa,
Y no la dejan,
no la dejan,
partir
al ladito mio.
Ese espacio infinito,
que separa el umbral de tus mejillas
tibias
como el ron de los desesperados.
Fabiana Fuentes
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