domingo, 31 de enero de 2016

“Estoy igualita a Robocop”: Fabiana Fuentes venciendo la adversidad (Salió en NAD)

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Un choque en la autopista, llego al sitio y hay una muchacha sin una pierna. Una bebe bella, sin pierna. Una señora llegó en muletas porque no tenía sus dos piernas. Un don le faltaban sus dos piernas, su esposa le ayudaba a ir al baño. Lo mío parece mínimo.
Tener hemiplejia y hemiparesia derecha no es nada. Tienes tus piernas y tus brazos completos. Total eso ahorita se quita, bien 6 meses, bien dos años. Pero se quita. Yo voy por 5 meses. Lo mío es mínimo comparado con eso.
Resulta que todo el mundo aquí tiene algo -ó mejor dicho, no tiene- y es súper normal. El que me atendió, chamito, le falta una pierna y al doctor le faltan dos piernas. Pero ambos están caminando sin nada, nadita en las manos, con sus prótesis.
Me toca pasar. Hay como un escalón adentro en la sala, por donde suben las personas tristes y salen contentas. Se montan sin piernas y salen con sus dos piernas de mentiras, felices. En el escalón se sientan como fastidiados pero se sienten triunfadores con esas piernas nuevas y las suyas en el cielo.
La bebé, solo con una pierna se ríe, mira fijamente y se vuelve a reír. Le falta una pierna pero allí no falta nada.
Me toca esperar en el cuarto. Siempre me acuerdo que en el Centro Médico Docente La Trinidad está Luis, mi terapista, y cada semana le digo que me explique cómo se despierta alguien de la hemiplejía. Él me dice que sientes un hormigueo por ratos, luego sientes lo mismo pero mas fuerte, y finalmente, ya tienes dos brazos y dos piernas enteritos. Yo tengo mi brazo y mi pierna sanos. Mi brazo esta normal, se mueve con la otra mano y todo. Hay gente que se les pone mucho más rígido. Hay gente que tiene su brazo torcido hacia dentro o no puede bajar el brazo porque se devuelve. A mí nunca me ha pasado. Brazo derecho normal.
De vuelta a la ortopedia, en mi cuerpo desde abajo iban cinco cosas en todo mi lado derecho. tres para el brazo, dos para la pierna. Igualita a Robocop.
Me puse mal. Caminaba mal. Caminé con los pies cortos y caminé choreto. Fue duro. Fue horrible. Espantoso.
Lloré.
El ojo derecho llora y no lo siento, pero sé que está llorando. Igual sudo a montones del lado derecho, y por el izquierdo no pasa nada. Es como si el derecho mandara, hiciera lo que le viene en gana. Pero lento. Lo que cubre mi rodilla se siente raro. Toca y listo. Pero molesta.
“¡Santa cachucha! Tienes papel tóale en el brazo“, dijo el peruano, mi terapista favorito.
Mi pulgar derecho se movió por 30 segundos.
“Gracias por su gran poder de sanación “, dijo mamá al ver el movimiento.
Y se movió el índice un segundo.
Ay santo.
Fabiana Fuentes

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